sábado, 30 de mayo de 2015

Seis razones por las que los yihadistas están más cerca de hacerse con la victoria

Seis razones por las que los yihadistas están más cerca de hacerse con la victoria



"El califato contraataca". Recurriendo a la saga de la Guerra de las Galaxias como fuente de inspiración, The Economist ha titulado de esta manera para explicar la semana exitosa protagonizada por el Estado Islámico. Una semana que se ha saldado con la conquista sucesiva de la ciudad de Ramadi en Irak y el histórico enclave de Palmira en Siria.

Dentro de su empeño por cuestionar las fronteras de Oriente Medio nacidas del colapso del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, estas dos victorias han servido para desbaratar las crecientes dudas sobre la viabilidad del califato proclamado hace un año.

Con estas operaciones, el Estado Islámico recobra la iniciativa y ha conseguido que su primer aniversario no quede marcado por las derrotas sufridas en los últimos meses sobre todo en Irak.
Esta ofensiva de primavera también ha servido para cuestionar la estrategia de limitada intervención adoptada por la Administración Obama y dejar en evidencia la voluntad de lucha de las tropas en primera línea de combate contra los yihadistas.

 
1.- Ramadi, a cien kilómetros de Bagdad.

Tras semanas de combates, el Estado Islámico capturó el pasado domingo la ciudad iraquí de Ramadi, situada a unos cien kilómetros al oeste de la capital Bagdad.
Con esa victoria, acompañada del asesinato de cientos de civiles, el Estado Islámico ha tomado el control de la estratégica autopista que conecta sus dos principales frentes de batalla: Irak y Siria.

Además de capturar el centro político de la provincia de Anbar, la más grande de Irak y con un sangriento historial de insurgencia, los yihadistas se han hecho con un significativo arsenal abandonado por las fuerzas militares a las órdenes del gobierno de Bagdad.
Entre esas armas pesadas se encontrarían piezas de artillería, numerosos blindados y media docena de carros de combate.

La situación ha llevado a que el primer ministro Haider al-Abadi haya recurrido a un conglomerado de cuarenta milicias chiíes para plantar cara a la ofensiva de la ultraortodoxia suní que representa el Estado Islámico.

No importa que esas milicias, que cuentan con el respaldo de Irán, tengan su propio lastre de abusos y enemistad con las grupos suníes de Irak. En cualquier caso, la polarización y la violencia sectaria en Irak parecen estar más que garantizadas.

2.- Palmira y la mitad de Siria.

Tres días después de la caída de Ramadi, el Estado Islámico se ha hecho con el control del histórico enclave de Palmira, en el corazón de Siria.
Incluidas las ruinas de lo que hace dos mil años fue uno de los centros culturales más impresionantes del mundo antiguo. Con ese avance, el grupo yihadista derivado de Al Qaeda dominaría en la actualidad el equivalente a la mitad del territorio de Siria.

Bajo el control del califato también han quedado la mayoría de los pozos de petróleo y gas de Siria, garantizando su financiación a través de redes del contrabando alimentadas por intereses compartidos con terceros países.
En Siria, solamente quedarían en estos momentos dos importantes yacimientos de hidrocarburos (Shaer y Rumeilan) fuera del control del califato.

La conquista de Palmira, el oasis convertido en milenaria encrucijada de culturas, ha estado acompañada de las habituales matanzas para aterrorizar a la población local.

Según las Naciones Unidas, solamente un tercio de sus 200.000 habitantes habrían abandonado la ciudad sin muchos lugares a donde huir en Siria. Como amenaza cultural añadida, el Estado Islámico ya ha demostrado gráficamente su voluntad de saquear y destruir monumentos y lugares de valor histórico.
Junto a Palmira, el Estado Islámico también ha expandido su control de la zona frontera compartida por Siria e Irak y todos los puestos de cruce. El régimen de Damasco, cada vez en una situación más precaria, solamente es capaz de defenderse efectivamente en los frentes donde operan Hezbolá y otras milicias respaldadas por Irán.

3.- Avanzar o perecer
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El tiempo de estas dos victorias resulta clave ya que coincide con la proclamación hace un año del califato por parte del líder yihadista Abu Bakr al-Baghdadi. Con este golpe de efecto doble, el Estado Islámico habría entrado en una dinámica estratégica sin término medio.

Opera en frentes muy cambiantes y la derrota de los yihadistas en determinadas batallas no significa necesariamente que no puedan reagruparse y avanzar en otras zonas.
Con todo, el Estado Islámico necesita retener su capacidad de ofensiva si quiere seguir disfrutando de todos esos elementos que han hecho posible hasta ahora sus victorias, como por ejemplo su demostrada capacidad para atraer voluntarios internacionales.

Como ha indicado el investigador Charles Winter, de la Quilliam Foundation de Londres, el Estado Islámico no se puede permitir el lujo de estancarse. Y de hecho sus seguidores exhiben esa mentalidad de lucha sin cuartel en las redes sociales con mensajes del estilo: "El año pasado fue Mosul, este año es Ramadi y dónde llegaremos el año que viene..."

Dentro de este dinámica, el gran peligro es que el califato termine por convertirse en una parte permanente de Oriente Medio, aunque sea con una geografía cambiante. Además de plantar batalla, los líderes del Estado Islámico se están concentrado en organizar lo más parecido a un gobierno eficiente en las zonas que controlan desde hace ya más de un año.

4.- Cara y cruz.

La conquista de Ramadi y Palmira no significa tampoco que el Estado Islámico se haya convertido en una fuerza invencible. En Irak, las milicias de los pershmerga han conseguido avanzar en zonas kurdas de la provincia de Nineveh.
Además, los yihadistas también han perdido terreno en la provincia iraquí de Diyala. Sin olvidar el gran golpe estratégico que supuso la reconquista por parte de tropas gubernamentales de la ciudad de Tikrit, la cuna de Sadam Husein y punto estratégico entre Bagdad y Mosul.

En el frente de Siria, los ataques aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos han permitido también a los kurdos repeler a comienzos de este año la ofensiva del Estado Islámico sobre la localidad de Kobani, fronteriza con Turquía.

Además, estos yihadistas han perdido posiciones en la provincia siria de Hasakah. Sin embargo, el balance total en el frente de Siria sería bastante más positivo para el califato con capital en la localidad de Raqqa.
El Estado Islámico ha sumado múltiples victorias en zonas como Homs y la conquista de Palmira. En esa ciudad histórica, las tropas leales al gobierno de Damasco también habrían optado por retirarse al sentirse superadas por los yihadistas.

5.- Sin voluntad de luchar.

La Administración Obama ha decidido compartir responsabilidades ante las victorias del Estado Islámico. En el caso de la toma de Ramadi, el secretario de Defensa de Estados Unidos ha cuestionado públicamente la "voluntad de luchar" de las fuerzas militares regulares a las órdenes del gobierno de Bagdad.
Según las críticas de Ash Carter expresadas con frustración a través de la CNN, las tropas de Irak tenían una enorme superioridad numérica en el frente de Ramadi y se retiraron rápidamente sin plantear resistencia al avance de las milicias yihadistas.

De acuerdo al máximo responsable civil del Pentágono, "tenemos un problema con la voluntad de los iraquíes a la hora de luchar contra el Estado Islámico y defenderse a sí mismos".
Esta debacle ha servido para poner en evidencia que las fuerzas militares de Irak son parte de un sistema clientelar.

Y en la práctica no han hecho más que malgastar las cuantiosas cantidades de dinero y material facilitados por Washington. Según ha indicado el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor de Estados Unidos, "las fuerzas de seguridad de Irak no fueron expulsadas de Ramadi, se retiraron de Ramadi".

6.- La cuestionada estrategia de Obama.

La iniciativa demostrada por el Estado Islámico ha servido también para cuestionar la efectividad de la estrategia adoptada por la Administración Obama.
Hasta ahora, la Casa Blanca ha apostado por reconstruir el Ejército de Irak y forzar a que el gobierno chií de Bagdad se reconcilie con la población suní para evitar el total colapso del mismo país que solo por la fuerza mantuvo unido la dictadura de Sadam Husein.

En la práctica, Estados Unidos está apoyando la política de un solo Irak, canalizando toda la ayuda a través de Bagdad.
Estos esfuerzos se han visto acompañados por una limitada campaña de ataques aéreos contra objetivos del Estado Islámico pero sin llegar, en ningún caso, a comprometer un nuevo despliegue de tropas terrestres de Estados Unidos.

Según el secretario de Defensa, los bombardeos están siendo efectivos pero no pueden reemplazar la voluntad de las tropas iraquíes para defender su propio país. Aún así, tras la toma de Ramadi, Estados Unidos habría acelerado la transferencia de armas al gobierno de Irak.
A pesar de todo, en Washington se multiplican las críticas -tanto de congresistas republicanos como demócratas- contra el desempeño de la Administración Obama en Irak.

Con voces a favor de una estrategia mucho más agresiva contra el Estado Islámico, incluido el despliegue de miles de soldados de Estados Unidos junto a las tropas iraquíes.

Según el senador republicano John McCain, presidente de la comisión de Defensa de la Cámara Alta, "necesitamos tener una estrategia; no hay estrategia; y si alguien dice que hay una me gustaría escuchar cuál es porque ahora ciertamente no es aparente".

A juicio del senador de Arizona, "mientras tanto el presidente de Estados Unidos se dedica a decir que el mayor problema que tenemos es el cambio climático".

Jesús R. Martín
http://www.onemagazine.es 

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