miércoles, 2 de abril de 2014

Polifibroblasto: una pintura militar que se regenera como tu piel

  

Un nuevo aditivo, desarrollado por el Laboratorio de Física Aplicada de la universidad Johns Hopkins en colaboración con la Oficina de Investigación Naval (ONR), ha sido aplicado a la pintura de los vehículos militares. 

Este aditivo permitiría que la pintura se reparase como la piel humana y, de esta forma, evitaría los elevados costes del mantenimiento provocado por la corrosión en los vehículos. Entre los vehículos en los que se ha probado se encuentran las versiones de los futuros vehículos tácticos ligeros conjuntos (JLTV) de los `marines´.

El aditivo, polifibroblasto, es un polvo que se puede añadir a las pinturas base de imprimación comerciales; está formado por esferas microscópicas de un polímero, rellenas con un liquido oleoso que, cuando es arañado, la resina de las cápsulas rotas forman una capa cerosa sobre el metal del vehículo (aluminio, acero), que repele el agua, cicatrizando los arañazos y evitando que la corrosión alcance al metal.

Mientras muchas pinturas autorreparables actuales se han diseñado exclusivamente por razones estéticas,  el polifibroblasto ha sido diseñado específicamente para vehículos militares tácticos que se emplean en una gran variedad de ambientes y están sometidos desde tormentas a la luz del sol, amenazas de la corrosión de los elementos metálicos. 

También los vehículos transportados y almacenados en los buques están sometidos a la sal del agua marina, una de las principales causas de problemas de corrosión de los equipos militares. En un experimento en laboratorio, el polifibroblasto mostró que podría evitar la corrosión durante seis semanas dentro de cámara llena con niebla salina, a vehículos que estaban continuamente siendo rociados con agua salada y niebla salina. Asimismo se han hecho pruebas con vehículos pintados con polifibroblasto, que se han utilizado en actividades diarias para compararlos con otros vehículos sin pintar, y los resultados han mostrado menos corrosión en los vehículos pintados.

La lucha contra la corrosión le cuesta al Departamento de la Armada (Armada y Cuerpo de Marines) unos 7 mil millones de dólares; de ellos, 500 millones proceden del coste de la corrosión de los vehículos terrestres de los `marines´. “La corrosión cuesta a la Armada miles de millones de dólares anualmente,” según el capitán de `marines´ Frank Furman, que dirige los programas de investigación logística del Departamento de Combate contra el Terrorismo y de Guerra Expedicionaria y Maniobra de la ONR. 

“Esta tecnología podría disminuir los costes de mantenimiento y, aún más importante, podría aumentar el tiempo de servicio que los vehículos están desplegados en el terreno con los `marines´”.
Para el investigador líder del proyecto e investigador principal de la Universidad, Dr. Jason Benkoski, “no nos preocupamos de que [el resultado] sea bonito... sólo nos preocupa prevenir la corrosión.”

Según el subdirector de programa de vehículos tácticos ligeros dentro de los Sistemas Terrestres de la Oficina Ejecutiva de Programas de la Armada, Scott Rideout (que supervisa el desarrollo continuo de los polifibroblastos para su uso potencial en las versiones del JLTV para los marines): “estamos tratando cómo hacer que el aditivo sea incluso más efectivo, pero los resultados iniciales, son alentadores... Sacarlo del laboratorio y ponerlo en el inventario y que esto se traduzca en mejorar la preparación y realizar grandes ahorros.” Pero no sólo se utilizaría en los JLTV sino también podría aplicarse a cualquier tipo de material que los marines quieran proteger de la corrosión, como aviones, en los que el ahorro podría ser mayor dado que reparar la corrosión en aviones cuesta mucho más que en los vehículos terrestres.

La investigación y el desarrollo del polifibroblasto destacan el compromiso de los marines para la modernización de sus “equipos y logística y para aumentar la capacidad expedicionaria, preservando nuestra capacidad para operar desde el mar”, como se indica en su Visión y Estrategia 2025.

El desarrollo del polifibroblasto comenzó en 2008 y continuó a pesar de los cambios de director de programa y ha culminando finalmente en un desarrollo prometedor y en pruebas de laboratorio, antes de ser transferido a los órganos de adquisición. “Pasar de no tener nada a un desarrollo en cinco años sería un hecho bastante extraordinario”, afirmó Benkoski. “Este progreso debe mucho a la relación próxima entre la ONR y la oficina de sistemas terrestres PEO y a la voluntad de ambas organizaciones de dejarme desarrollar la investigación de acuerdo con nuestra visión compartida [de investigación y desarrollo].”

Julio Garulo
http://www.onemagazine.es 

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