Una de las formas de conflicto armado más extendido actualmente es el conocido como conflicto asimétrico en el que tiene lugar un enfrentamiento entre ejércitos regulares y formaciones irregulares, como partisanos o rebeldes. Su particularidad es que la parte débil tiende a abandonar las normas "clásicas" de la guerra.



En este tipo de acciones militares, que en el siglo XXI ya son una realidad, los portaaviones son especialmente valiosos. A diferencia de los submarinos, pueden apoyar el desembarco de grupos de inspección, la liberación de rehenes o a tropas de desembarco, y puede controlar la navegación con tanta eficacia como la aviación naval. También es capaz de defender a un barco de ataques de piratas o de bombardeos desde el aire.

Sin embargo en el actual programa de armamento de Rusia para 2011-2020 no se ha incluido el desarrollo y construcción de portaaviones nacionales. En lugar de portaaviones está previsto que la principal fuerza de ataque sean los submarinos atómicos con misiles de crucero (APRK).

 
El programa de la flota rusa de portaaviones "naufragó" tanto en la época soviética como en la postsoviética. En los años 70 el mando soviético consideraba los portaaviones como un arma de agresión capitalista y ajena a la doctrina marina soviética. En su lugar la URSS desplegó un programa de construcción de cruceros portaaviones pesados. Este híbrido entre crucero y portaaviones, inviable por sí mismo, dio a luz a un programa de aviación para la creación de aviones con despegue y aterrizaje vertical (acortado). 

Tan solo una empresa en el mundo ha conseguido crear un modelo válido, la británica British Aerospace, que construyó el Harrier. En la URSS el programa de aviones "verticales" sufrió un total fiasco y fue retirado, después de que en la primavera de 1991, durante las pruebas del Yak-41 M, este se desplomara sobre la cubierta del crucero portaviones "Almirante Gorshkov" y echara a arder.


 
El otro extremo de la concepción de portaaviones apareció en 2008 cuando el principal mando de la Armada Rusa, el almirante Vladímir Masorin, propuso crear, en los siguientes 20 años, seis grupos de ataque de portaaviones. En su opinión esto colocaría a Rusia en el segundo lugar, después de los Estados Unidos, en poderío militar de la flota al conjunto. De haberse lanzado Rusia a esta "competición", el colapso económico-militar seguramente hubiera sido una realidad.

Para ser justos es necesario señalar que en Rusia a pesar de todo existe un portaaviones, el buque "Riga" construido en 1982 en los astilleros ucranianos de Nikolayev. Posteriormente fue el "Leonid Brezhnev" y el "Tiflis" y, en otoño de 1990, el "Almirante de la flota soviética Kuznetsov".

 
Pero, ¿acaso se puede considerar a este buque como un auténtico portaaviones moderno? Difícilmente. En primer lugar, utiliza turbinas de vapor que, a diferencia de las nucleares, reducen significativamente el alcance de utilización del buque. En segundo lugar, en lugar de catapultas para el despegue de los cazas navales, se utiliza un trampolín de proa. Sin embargo, de acuerdo con los resultados de experimentos tan solo las catapultas garantizan el despegue seguro de los aviones en cualquier condición y reducen la dependencia de la masa de despegue del aparato.

El principal argumento de los adversarios de los portaaviones es la tesis de que los portaaviones no son un arma en sí misma ya que necesitan aviones y buques de protección, y este es el principal capítulo de gastos. Pero este argumento "antiportaaviones" resulta ser el más débil. Ningún buque moderno, ni siquiera el APRK puede "ir solo a la guerra". 

La Armada de la URSS estaba enfocada hacia los submarinos, pero se vio obligada a desarrollar una flota marítima y para 1991 disponía de más de 100 buques de primera y segunda clase, lo que supera con creces 15 grupos de ataque de portaaviones. En Rusia hoy en día hay alrededor de 30 de estos barcos.

Tampoco es necesario gastar más en aviación naval. Los aviones navales rusos no son otra cosa que aviones de tierra modernizados. Según se ha anunciado, el T-50 de quinta generación tendrá tanto uso de tierra como naval. Y esto significa que tan solo hace falta redistribuir los pedidos de nuevos aviones hasta el año 2020: reducir los pedidos de la variante de tierra del MiG-29, Su-35, T-50 y aumentar los pedidos de sus versiones navales.


La Fuerza Aérea "terrestre" no sufriría de esta redistribución de recursos ya que, a diferencia de los misiles de crucero del APRK, los aviones navales pueden utilizarse tanto desde un barco como desde un aeropuerto. Y en caso de hacer falta, los aviones navales se podrían reubicar en aeropuertos terrestres y pasar a subordinarse a la Fuerza Aérea, convirtiéndose en aviación del frente.
La flota rusa hoy en día puede hacer frente de alguna manera a los piratas somalíes, pero todavía no es capaz de defender a sus propios turistas de la "primavera árabe" de turno.

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