Del lado de los denominados ‘halcones’ destaca el secretario de Estado, John Kerry, que propone el bombardeo del ejército de Bachar el Assad, mientras que las ‘palomas’ (partidarios de la paz) están encabezadas por el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE UU, Martin Dempsey. 

La controversia entre los dirigentes de los departamentos civiles y militares que se desarrolló con motivo del conflicto sirio sigue tras los bastidores de la reciente cumbre del G8 en Irlanda, y esta vez el Pentágono reforzó sus cálculos. La realización de operaciones aéreas costará a los contribuyentes miles de millones de dólares estadounidenses al mes durante al menos un año. 


 
Si se cuenta con las operaciones en tierra, los gastos aumentarán significativamente. No tiene sentido enumerar todas las dificultades relacionadas con la participación directa de EE UU  en el conflicto sirio, como señala un alto oficial. La idea principal de la carta es clara: en el Pentágono están convencidos de que los costes financieros de una operación contra Siria serían comparables a los costos provocados por la guerra de Afganistán. 

Al tomar una decisión sobre la participación directa en un nuevo conflicto, la Casa Blanca debería considerar las consecuencias reales de esta medida, y no las hipotéticas. El Departamento de Defensa demuestra que por muy tentadora que sea, desde el punto de vista de la política internacional, la perspectiva de ataques aéreos estadounidenses en territorio sirio, los departamentos civiles deben entender que con esto no se terminará esta guerra. 


 
La división en la clase dirigente estadounidense sobre lo que se debe hacer con respecto a Damasco no solo atañe al partido de republicanos y el demócrata, sino también a diferentes líneas departamentales. Después de largos debates en la Casa Blanca, los comités especiales de inteligencia de ambas cámaras del Congreso aprobaron el plan modificado de suministro de armas a la oposición siria, que previamente habían rechazado por unanimidad. 

Para la administración Obama la decisión de empezar con el suministro de armas tenía un significado político, ya que fueron el triunfo principal de EE UU en varias conferencias internacionales con la participación de la oposición siria. Así que presionar al Congreso en este sentido fue para John Kerry una cuestión de honor. Sin embargo, la respuesta del Pentágono respecto a las principales posturas del informe de Dempsey aparecieron rápidamente en los principales medios de comunicación. 



En la primera quincena de agosto, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, visitará Estados Unidos. Se espera que durante la visita se reúna varias veces con su homólogo estadounidense. Entre las cuestiones incluidas en el orden del día está la situación en Siria y las perspectivas de la convocatoria de la segunda conferencia internacional para resolver la situación en el país. 

La Casa Blanca espera que a través del suministro de armas a la oposición siria se detenga el avance de las tropas gubernamentales y que las fuerzas rebeldes conquisten parte de las posiciones perdidas. De lo contrario, sus representantes se niegan a participar en la conferencia sobre Siria para no mostrarse en una situación menos ventajosa.

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